24 nov 2015

Versos de Gardner

"Oh, Luna que sales por la noche al despertar,
antes de que el amanecer palidezca,
la amadríada en la planta,
el sátiro en el valle,
cogidos en tu red de sombras.

¿Qué sueños tienes para mostrar?
¿Quién camina por las silenciosas praderas
para adorarte desde abajo?

El golpeteo de la lluvia se calma
la danza del viento salvaje está hecha,
montañas de nubes de color rojo-rubí son derramadas
sobre el Sol poniente;
y ahora bajo tu luz de rayos argénteos
permanece todavía el bosque salvaje,
algún espíritu de un antiguo sueño
respira desde de la silenciosa colina.

Diosa-Bruja Luna, tu hechizo invocan
los Antiguos de la noche.

Una vez más el viejo altar de piedra humea,
el fuego está centelleantemente brillante.

Diseminados y pocos somos tus niños,
aunque desconocidos nos reunimos
para bailar la vieja rueda alegremente
sobre la piedra usada por el tiempo.


Ni preguntamos al Cielo, ni tememos Infierno,
ni lamentamos mucho nuestro destierro,
pisamos los laberintos de un hechizo
olvidado por sacerdotes y hombres."


Versos recogidos por Gerald Gardner en "El Significado de la Brujería"
con algunas correcciones propias realizadas a la traducción de la edición de Luis Cárcamo en 2004.

21 nov 2015

Espiritualidad desde la normalidad

Independientemente de la calidad de los contenidos o de la veracidad de éstos -que suele variar mucho de unos a otros episodios- siempre he disfrutado de los programas de misterio, tipo Cuarto Milenio o Espacio en Blanco. Sin embargo, en ambos veo una especie de énfasis por eludir las temáticas espiritual y religiosa desde la cotidianeidad.

Muchas veces narran las bondades de un suceso paranormal, bien sea un encuentro con OVNIs, una experiencia cercana a la muerte, contactar con espíritus de difuntos u otros, porque estos episodios suelen despertar en las personas un sentido de trascendendencia y espiritualidad que normalmente no tenían antes.

Y yo me pregunto, ¿esto no puede suceder en personas normales, con vidas normales? Soy pagano, pero me considero una persona muy normal. No veo espíritus, no me desdoblo y ni viajo astralmente por los mundos etéreos, no se mueven los objetos a mi alrededor sin una buena corriente de aire ni se cierran solas las puertas de los armarios. Hay gente que dice venir de familias mágicas, que su abuela era bruja, que en otras vidas fue suma sacerdotisa. Yo vengo de una familia anti-mágica donde la religión se usa para bautizos, bodas y comuniones y como último recurso en situaciones de enfermedades o de problemas de cualquier tipo. Los espíritus siempre han sido tabú, la brujería algo de lo que desconfiar y el tarot cuanto más lejos mejor.

Y aquí estoy yo.

Estoy convencido de que se puede ser pagano, religioso o espiritual sin tener problemas especialmente duros en tu vida, sin que los Dioses sean la luz al final de un túnel de miserias. Que se puede ser wiccano sin haber tenido una experiencia paranormal que te haya cambiado la vida. Yo siempre he tenido un sentimiento, una necesidad de celebrar los días especiales del año y otras brujerías varias. Viene conmigo, de serie. Vivo la trascendecia día a día, en mis sencillas meditaciones, en la Luna llena, en las celebraciones de los ciclos, las puestas de sol.

Me suele importar más bien poco lo que opinen y hagan los demás mientras no interfieran en mi vida, pero es cierto que hay veces que, de tanto estar enfrascado en lecturas paganas, en radios paganas, en vídeos paganos, piensas: "Jo, qué normal soy, ¿lo estaré haciendo bien?" Sí, sí está bien. Pero a veces me tengo que recordar a mi mismo que estoy en este camino porque me gusta recorrerlo, disfrutarlo paso a paso, no porque tenga ningún sitio a donde llegar.

Cuando era pequeño y empezaba a leer libros de ocultismo, me entusiasmaban y a la vez pensaba que nada mágico podría sucederme a mi por mucho que lo deseara. He tardado en descubrir que la magia, la verdadera magia de las cosas no está en mesas que se mueven y médiums manifestando entidades ectoplasmáticas. A veces la magia es, en el día a día, sacar energías de donde no las hay para, simplemente, dar un paso más. Porque recorrer el camino es bonito, pero también lo es mirar hacia atrás y ver todo lo que has hecho paso a paso. Y más aún, seguir caminando sin saber lo que espera delante.

12 nov 2015

Oración de acción de gracias por unos vaqueros "Made in China"

Cuando arrancamos una rama a un árbol o tomamos hojas de una planta medicinal, existe la bella costumbre de contactar con la planta, tomarnos unos minutos para pedirle permiso para arrancarle las hojas e, incluso, agradecérselo vertiendo leche o miel sobre la tierra en la que se asienta. Y eso está bien, está bien. Pero yo estoy aquí para cuestionármelo todo. Tengo la manía de intentar ver más allá, de buscar y de preguntarme.

Para mi, el hábito de pedir permiso a una planta se encuadraría dentro de lo que suelo llamar "el justo trabajo merece su justa recompensa". Lo que viene siendo dar algo a cambio de lo que recibes. Pero, ¿hacemos eso a otros niveles? Cuando compramos una mesa de madera, ¿pedimos permiso a las selvas tropicales para que nos cedan una silla? ¿Vigilamos que no provenga de la tala indiscriminada del Amazonas? Y a otros niveles más allá del vegetal, ¿tenemos consciencia de las hojas metafóricas que estamos segando con nuestros actos?

Recientemente he visto un documental, China Blue, que me ha resonado en muchos aspectos, entre ellos el pagano. Decían en el documental una verdad que se comenta desde hace siglos: sabemos el precio de todo y el valor de nada. ¿Tenemos consciencia de las condiciones en las que se produce la ropa que compramos, con horarios infinitos y sueldos miserables? Creo que la próxima vez que me compre un vaquero diré:

"Niña que trabajas esclavizada cosiendo trozos de tela, 
niña que trabajas esclavizada poniendo botones, 
niña que trabajas esclavizada cosiendo cremalleras,
niña que trabajas esclavizada planchando pantalones, 
a todas os pido permiso para pagar una miseria
por este pantalón que habéis elaborado para mi,
benditas seáis".

Con estas palabras tan ácidas quiero decir que está bien tener consciencia de lo que tomamos para nosotros, pero nuestra responsabilidad como paganos y como personas nos debería llevar más allá de las plantas y los bosques. Y tener consiencia no debería quedarse en el conocimiento sino en la actuación. 

¿Son situaciones demasiado extremas las que planteo? Puede ser. No voy a criticar a nadie por comprarse pantalones en H&M o Zara porque todos lo hacemos de vez en cuando. Pero creo que es necesario ser consciente de las implicaciones que pueden llegar a tener nuestras acciones más pequeñas, sobre todo cuando enarbolamos en muchas ocasiones la bandera de la sostenibilad, del amor por la naturaleza y el medio ambiente. 

Como consumidores, la decisión está siempre en nuestras manos. La ropa se fabricará según los criterios que nosotros impongamos. Si se fabrica ropa en China pagando sueldos miserables es porque hay una masa de compradores que aprueban este modelo de producción, de forma consciente o inconsciente. 

Veo en la sección de futería del supermercado naranjas de México, de Chile, de Sudáfrica; kiwis que proceden de las antípodas; manzanas que vienen de Francia, tomates de Bélgica. Están al alcance de nuestra mano después de haber viajado por todo el mundo. Nuestro ojos habitualmente no se detienen más allá de la etiqueta del precio. Parafraseando de forma libre al director de Triodos Bank*, no nos importa gastarnos los dineros en chorradas que no necesitamos, pero miramos con lupa el precio de los tomates antes que nos compramos cada semana, nos duelen los céntimos de más que nos cuestan las cosas de producción ecológica u "orgánica". ¿Qué hay más allá de la etiqueta? Enormes cantidades de emisiones de CO2 por transporte diario de las mercancías desde lugares en los cuales no conocemos las condiciones de los trabajadores y si estas son justas.

Quizás tendríamos que volver a los ciclos agrícolas de toda la vida, renunciar a tener tomates, naranjas y manzanas todo el año y comerlos sólo en su tiempo. Cada vez se alargan más las temporadas de frutas y hortalizas. Ahora, en el súper están conviviendo las calabazas, granadas y kakis con sandías, fresas y ciruelas. 

¿Qué tal si el tiempo que dedicamos a tomar una hoja de una planta se lo dedicamos también a los productos que compramos? ¿Qué tal si reflexionamos sobre lo que hay detrás, cómo fueron producidos, cómo llegan a nosotros? Siempre tendremos la opción de escoger, nadie nos puede imponer que compremos un determinado pantalón o naranja. Como consumidores tenemos un poder más grande de lo que pensamos y creo que como paganos tenemos también responsabilidades éticas y morales fuera del Círculo.

*Conferencia del director de Triodos Bank, Joan Melé: "Dinero y conciencia: ¿a quién sirve mi dinero?"

5 nov 2015

Vigencia del rito en la actualidad

Un día en clase nos preguntaron si creíamos que los ritos seguían vigentes en nuestras vidas o eran cosa del pasado. Por supuesto, mi atención se activó como un resorte. Como todo wiccano, practico ritos de forma más o menos habitual, pero también soy consciente de aquellos ritos que la gente realiza sin creer que son tal cosa. Hubo quien respondió que hoy en día no tenían sentido. Yo, casi sin poder evitarlo, dije que ¡por supuesto que seguían presentes en nuestras vidas!

Entonces el profesor agregó que efectivamente había ritos hoy en día pues, por ejemplo, seguía habiendo estudiantes universitarios que le ponían una vela a la virgen de nosequé con un papelito donde estaba escrita la asignatura que querían aprobar. Yo me quedé callado porque a clase prosiguió por donde el profesor la había querido llevar, si me pongo a hablar de esto no hay quien me pare. 

Evidentemente, cuando yo hablaba de ritos, no me refería a ponerle una vela y un papelito a una estatua de la que solo te acuerdas cuando se acerca examen de turno. Más bien pensaba en lo siguente.

Los ritos hoy en día están desprovistos del matiz religioso, pero siguen formando parte de nuestras vidas y además, conservando su parte más importante: la social. Nos ayudan a marcar los tiempos, las etapas de nuestras vidas y a recordárselo a los demás, a dar a conocer y, lo más importante, a celebrar.
 

¿De qué ritos hablo? Quizás uno de los más comunes, realizado cada día en todo el mundo sea la celebración de los cumpleaños y aniversarios. El hecho en sí mismo de reunirse para celebrar ya sería suficiente, pero además no se puede obviar la gran carga ritual que conlleva soplar las velas, o la ofrenda de regalos al cumpleañero.

Otros ritos pueden ser los festivales de fin de curso de los colegios, que marcan el fin de una etapa, una graduación; un funeral; los enlaces matrimoniales e incluso las fiestas de inauguración de un negocio o una exposición, que impulsan su comienzo lleno de buenos deseos.

Pero nuestra vida cotidiana también está llena de pequeños ritos: ¿haces algo especial cuando quieres darlo todo de ti? ¿Y cuando necesitas relajarte? ¿Hay algo que necesitas hacer cada noche antes de dormir? ¿O cada mañana al despertarte?
Con ellos marcamos cambios, transiciones, celebramos los éxitos y lloramos las pérdidas. Eso son ritos, no necesariamente religiosos, no siempre consciente, pero están presentes en nuestras vidas.