12 nov 2015

Oración de acción de gracias por unos vaqueros "Made in China"

Cuando arrancamos una rama a un árbol o tomamos hojas de una planta medicinal, existe la bella costumbre de contactar con la planta, tomarnos unos minutos para pedirle permiso para arrancarle las hojas e, incluso, agradecérselo vertiendo leche o miel sobre la tierra en la que se asienta. Y eso está bien, está bien. Pero yo estoy aquí para cuestionármelo todo. Tengo la manía de intentar ver más allá, de buscar y de preguntarme.

Para mi, el hábito de pedir permiso a una planta se encuadraría dentro de lo que suelo llamar "el justo trabajo merece su justa recompensa". Lo que viene siendo dar algo a cambio de lo que recibes. Pero, ¿hacemos eso a otros niveles? Cuando compramos una mesa de madera, ¿pedimos permiso a las selvas tropicales para que nos cedan una silla? ¿Vigilamos que no provenga de la tala indiscriminada del Amazonas? Y a otros niveles más allá del vegetal, ¿tenemos consciencia de las hojas metafóricas que estamos segando con nuestros actos?

Recientemente he visto un documental, China Blue, que me ha resonado en muchos aspectos, entre ellos el pagano. Decían en el documental una verdad que se comenta desde hace siglos: sabemos el precio de todo y el valor de nada. ¿Tenemos consciencia de las condiciones en las que se produce la ropa que compramos, con horarios infinitos y sueldos miserables? Creo que la próxima vez que me compre un vaquero diré:

"Niña que trabajas esclavizada cosiendo trozos de tela, 
niña que trabajas esclavizada poniendo botones, 
niña que trabajas esclavizada cosiendo cremalleras,
niña que trabajas esclavizada planchando pantalones, 
a todas os pido permiso para pagar una miseria
por este pantalón que habéis elaborado para mi,
benditas seáis".

Con estas palabras tan ácidas quiero decir que está bien tener consciencia de lo que tomamos para nosotros, pero nuestra responsabilidad como paganos y como personas nos debería llevar más allá de las plantas y los bosques. Y tener consiencia no debería quedarse en el conocimiento sino en la actuación. 

¿Son situaciones demasiado extremas las que planteo? Puede ser. No voy a criticar a nadie por comprarse pantalones en H&M o Zara porque todos lo hacemos de vez en cuando. Pero creo que es necesario ser consciente de las implicaciones que pueden llegar a tener nuestras acciones más pequeñas, sobre todo cuando enarbolamos en muchas ocasiones la bandera de la sostenibilad, del amor por la naturaleza y el medio ambiente. 

Como consumidores, la decisión está siempre en nuestras manos. La ropa se fabricará según los criterios que nosotros impongamos. Si se fabrica ropa en China pagando sueldos miserables es porque hay una masa de compradores que aprueban este modelo de producción, de forma consciente o inconsciente. 

Veo en la sección de futería del supermercado naranjas de México, de Chile, de Sudáfrica; kiwis que proceden de las antípodas; manzanas que vienen de Francia, tomates de Bélgica. Están al alcance de nuestra mano después de haber viajado por todo el mundo. Nuestro ojos habitualmente no se detienen más allá de la etiqueta del precio. Parafraseando de forma libre al director de Triodos Bank*, no nos importa gastarnos los dineros en chorradas que no necesitamos, pero miramos con lupa el precio de los tomates antes que nos compramos cada semana, nos duelen los céntimos de más que nos cuestan las cosas de producción ecológica u "orgánica". ¿Qué hay más allá de la etiqueta? Enormes cantidades de emisiones de CO2 por transporte diario de las mercancías desde lugares en los cuales no conocemos las condiciones de los trabajadores y si estas son justas.

Quizás tendríamos que volver a los ciclos agrícolas de toda la vida, renunciar a tener tomates, naranjas y manzanas todo el año y comerlos sólo en su tiempo. Cada vez se alargan más las temporadas de frutas y hortalizas. Ahora, en el súper están conviviendo las calabazas, granadas y kakis con sandías, fresas y ciruelas. 

¿Qué tal si el tiempo que dedicamos a tomar una hoja de una planta se lo dedicamos también a los productos que compramos? ¿Qué tal si reflexionamos sobre lo que hay detrás, cómo fueron producidos, cómo llegan a nosotros? Siempre tendremos la opción de escoger, nadie nos puede imponer que compremos un determinado pantalón o naranja. Como consumidores tenemos un poder más grande de lo que pensamos y creo que como paganos tenemos también responsabilidades éticas y morales fuera del Círculo.

*Conferencia del director de Triodos Bank, Joan Melé: "Dinero y conciencia: ¿a quién sirve mi dinero?"

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