25 jun 2016

Verano: la Plenitud


A lo largo de estas 4 entradas sobre las estaciones que he ido posteando con mis ilustraciones, fui explicando lo que esas estaciones significaban para mi, pero también fui contando una historia paralela, una historia de amor que no expliqué en su totalidad. Me gusta usar y jugar con las palabras, pero cuando dibujo algo me resulta prácticamente imposible explicarlo, porque ya está ahí, no hace falta decir nada más. Sin embargo, haré una pequeña recopilación de lo que fui publicando hasta el momento.

Otoño (clic para ver) es momento de encuentros. Aparece una persona A (el protagonista de la historia) con un agujero en el corazón, buscando una hoja caída de un árbol que encaje con su hueco y lo cubra. Otra persona B se acerca e interpreta el gesto como si le estuviera ofreciendo su corazón. 

En Invierno las personas forman una pareja, se complementan, se dan calor. Es un momento de felicidad, de calidez, de sentirse arropado en medio de las inclemencias del tiempo. Es poder contar con alguien, recibir apoyo y comprensión.

En Primavera, las cosas se tuercen. La pareja se rompe y nace la soledad. La persona A se encoge, se cierra. Echa raíces. Pero sucede algo más. Las lluvias forman un charco. La persona encogida mira en el charco y se ve a sí misma. Además, las lluvias y las inclemencias del tiempo nutren a la persona y de su cabeza acaban brotando flores.

Y llegamos al Verano. La persona se ha descubierto a si misma, ha aprendido y ha sido capaz de superarlo. Llega la Plenitud. Se descubre como una persona entera en sí misma, capaz de disfrutar, capaz de gozar de la vida. El sol brilla en lo alto y nutre la Tierra y su cuerpo, es todo lo que necesita.

En este momento, en verano, podría hacerlo Todo. Sin embargo, escoge disfrutar, aunque sólo sea un rato, del dolce fare niente. Feliz verano!

20 jun 2016

Inicios brujeriles. Parte 3

Esta parte es quizás la más importante para mi, la menos personal y la más práctica. Nos habíamos quedado en El Gran Libro de las Ciencias Ocultas. Expliqué un poco por encima algunos contenidos, voy a comentar su estructura. Tenía una primera parte introductoria que me salté olímpicamente y una segunda parte donde hablaba un poco de todo y mezclaba muchas cosas. Está bien como un primer acercamiento pero como se suele decir: quien mucho abarca poco aprieta. Y abarcaba mucho! Había un capítulo de magia, uno de brujería (malvada), uno de Cábala, otro de Alquimia, uno de Adivinación, bastante completo, uno de Espiritismo, otro de Hipnosis y alguna cosa más.

Dentro del capítulo de Magia, en el apartado de Magia Natural o Baja Magia, años después yo escribí "UIKA" porque en algún momento lo oí por televisión y me pareció muy interesante... guiño, guiño, codo, codo.

El caso es que un día dije yo: vale, esto es muy bonito todo, pero voy a ir en serio. 13 años tenía. Decidí leerme el libro entero, empezando por la introducción. Tachán! Allí estaba el mayor tesoro del libro: la introducción, la pedazo introducción. Todo el libro podría ser la introducción y no habría pasado nada. Quizás tendría menos éxito comercialmente.

La autora, Laura Tuan, escribía muchas cosas. Yo he escrito estas 3 partes de mis inicios brujeriles sólo con el propósito de hablar de esta introducción (la cosa se me fue de las manos, lo admito). Como dije en la parte 2, esa introducción ha marcado cómo soy hoy.

Lo que hoy llamaría brujo o wiccano, la autora lo llamaba ocultista. Lo que llamaríamos la Pirámide de los Brujos, ella lo llamaba "los cuatro Pilares del ocultismo" (saber, osar, querer y callar). Tenía una libreta donde había ido anotando todas estas cosas (mi primer Libro de Sombras!). Además, explicaba la ley del boomerang (hoy le llamaría Ley del Tres) había tablas de correspondencias planetarias y las Tablas Esmeralda, que por aquella edad no entendía ni la mitad de lo que decían! Hoy las vuelvo a leer y aunque el texto sea el mismo, lleva encima todo lo que he ido aprendiendo a mayores durante estos años. Seguro que dentro de otros 10 años, el significado que extraigo también ha cambiado.

Además, había distintas pautas de conducta, teñidas de un optimismo me me alegraba el día cada vez que los leía. Hablaba de los ciclos, de la Era de Acuario. Hablaba del poder y la responsabilidad, de la ley de causa-efecto. Invitaba a retirarse de los excesos, a aprender a hacer sacrificios personales, a distinguir el capricho del verdadero deseo. Hablaba de que el tabaco, drogas y el alcohol "obstruían las vías ocultas", lo cual hizo que tardara muuuucho en tomarme una cerveza. Como forma de reforzar la voluntad, sugería hacer cosas que no nos gusten o nos cueste hacer (como donar sangre si le tienes miedo a las agujas).

Pero lo que más importante fue para mi eran los llamados ejercicios previos, base de toda práctica mágica y de todo sistema espiritual. Creo que todo el mundo debería conocerlos y practicarlos.

El primero era respirar. Ofrecía distintos ejercicios de respiración, hablaba de pranayama pero sobre todo hacía hincapié en la importancia de ser conscientes de nuestra respiración, de respirar de forma adecuada y relajada. Escucho mucho en el ámbito pagano que respirar es el primer acto de magia. No podría estar más de acuerdo.

El segundo, en caso de que tuvieran algún orden, era la relajación. La importancia de "despejar y liberar", como lo llamaría hoy, todas las tensiones para dejar fluir las energías, para limpiarnos o simplemente para disfrutar de un agradable momento de conexión con nosotros mismos.

El tercero, era la concentración. Acostumbrarnos a centrar y fijar nuestra atención en un punto o un objeto y no desviarla. Centrar nuestros pensamientos en todo lo que implica ese objeto (un lápiz, una piedra...). Aumentar el tiempo de forma progresiva.

El cuarto, la meditación. Hablaba de acallar los pensamientos. En caso de que alguno surgiera, dejarlo desvanecerse como una nube.

Y el quinto, la visualización, practicando primero con figuras y formas en blanco y negro, luego en colores y luego objetos más complejos, letras, etc.

Para mi, estos cinco sencillos ejercicios son mi base, mis cimientos. En tiempos de estrés, suelo recurrir a ellos antes que a cualquier otra cosa. Pero además, a lo largo de todos ellos, hablaba de algo muy muy importante: ser conscientes. Es algo que cada vez parece más complicado en la sociedad hiper informatizada en la que vivimos. Muchas veces (ya hablé de esto) me he encontrado mi móvil llenando un maravilloso momento vacío. O la música incansable tapando un estupendo silencio. O esa prisa que a veces llevamos sin saber por qué. 

Pues de eso nada. El libro invitaba a disfrutar, disfrutar de la espera en la parada del bus, de un atasco, para ser consciente de tu respiración, para sentir la brisa o el sol en tu cara. Disfrutar de un largo trayecto para concentrarte en un libro complejo, en un cartel publicitario, o en un asiento que tienes delante. Centrar tu atención cuando comes, masticar despacio, saborear la comida. Respirar. Centrar tu atención cuando cocinas, cuando friegas. Atreverte, enfrentarte a tus miedos. Permitirte relajarte antes de ir a dormir. Visualizar una esfera de luz a nuestro alrededor para protegernos. Vivir acorde a los ciclos naturales. Llenar nuestro lugar de trabajo o descanso de esperanzas, energías positivas.

Decía también que el ocultista, el mago, el brujo, no se caracterizará por exóticos turbantes, por ropas orientales, por largas cadenas con amuletos. Es un modo de vida, que no consiste en buscar el bien absoluto sino la armonía. Y es que muchas veces nos quejarnos de que no tenemos tiempo para practicar magia o para atender a nuestros ejercicios espirituales. Yo el primero. Pero no es cierto, tenemos 24 horas cada día. Es una enseñanza que, pasados 10 años, merece la pena seguir recordando.

19 jun 2016

Inicios Brujeriles. Parte 2

Empezamos más o menos donde lo dejé, con los libros del Aprendiz de Brujo.

Mis padres sabían que me gustaban estas cosas, era evidente. Creo que una vez salí "del armario de las escobas" con mi madre. Vale, esto puede ser vergonzoso, pero para mi en ese momento (11 años?) era muy serio. Le dije que tenía que hablar con ella y le conté que creía que tenía poderes mágicos. La verdad es que no sé qué respuesta me esperaba. Cabe destacar que esa misma mañana había adivinado un número que alguien había pensado y se me había subido el tema a la cabeza. Casualidad o no, para mi era importante. Era un niño!

¿La reacción de mi madre? Ninguna, me parece a mi que pasó un poco del tema. A mi me encantaría que algún día ella viniese junto a mi a decirme que ha descubierto la magia dentro de ella como lo hice yo de pequeño. Sería hermoso. Yo creo que va por el camino de hacerlo.

Mientras tanto, mi padre de alguna manera le habló de mí a un compañero suyo de trabajo, Alberto. Alberto estaba en una encrucijada en ese momento. Le gustaban dos compañeras de trabajo: Elvira (?) y María. De alguna forma que yo desconozco, le pidió a mi padre que me preguntase (sin yo conocerlo de nada) cuál creía que le convenía más. Estamos hablando de que yo tenía... 11? 12 años? Más no.

Posiblemente una de las únicas "consultas" que realicé en mi vida. Le pedí foto de la palma de la mano, que no pude ver con ninguna claridad. Así que recurrí a la aritmología o aritmancia y descubrí que Alberto y María "encajaban" numerológicamente. Así que se lo dije (vía papá), añadiendo un amuleto de cartulina que le hice con su número y color de la suerte.

A Alberto pareció convencerle el asunto y agradeció mi ayuda. Tengo que decir que los acabé conociendo posteriormente y hacen una pareja estupenda. Creo que a día de hoy siguen juntos. Pero... ¿cómo agradeció Alberto mi ayuda? Regalándome un libro. UN PEDAZO LIBRO.

El susodicho libro ha sido mi libro de cabecera en materia esotérica desde entonces hasta que descubrí la wicca. A día de hoy lo sigo consultando de vez en cuando.

Vuelvo a darme cuenta de que me estoy extendiendo demasiado...

El caso es que el libro es El Gran Libro de las Ciencias Ocultas, de Laura Tuan. Mis padres no me lo querían dejar leer, pero finalmente cedieron. Doce años tenía, os recuerdo. Y eso que, según Alberto, fue la opción más suave de las que encontró (las otras opciones eran un libro de magia amorosa y uno de invocaciones a demonios).

Pues bien, ese libro, EL LIBRO, ha marcado mi vida por completo. Hoy por hoy, soy como soy gracias o por culpa de ese libro. ¿Qué es lo que tenía?

En primer lugar, lo que leí era lo que leería un niño de 12 años con cierta curiosidad morbosa sobre el esoterismo: cómo hacer una ouija (para escándalo de mis padres). También exploré bien a fondo el capítulo de invocar espíritus, ángeles y demonios, el de brujería, el de hechizos y algo de Tarot y de péndulo y viajes atrales. Como curiosidad apuntar que en el capítulo de brujería mezclaba misas negras con el handfasting, lo cual nunca había acabado de convencerme.

Y... voy a tener que hacer una parte 3?

18 jun 2016

Inicios Brujeriles. Parte 1

Hay un tema que suele ser recurrente en esto de los blogs, que es contar cómo llegó uno a donde está actualmente. Yo tardé bastante en conocer la wicca, en concreto lo hice a los 18 años. Pero no voy a hablar de ello, sino de mis primeros escarceos brujeriles de pequeño.

Haciendo honor a la verdad, es posible que Harry Potter tuviera gran culpa de que yo esté en estos mundos actualmente. Pero antes de leer esos libros, yo ya tenía una cierta fascinación especial por la magia/ilusionismo. También hay una anécdota curiosa que recuerdo acerca de unos sueños que tuve siendo yo muy pequeño.

Quizás alguien recuerda el helado Mikobruja, era mi favorito. Tenía una bola de chicle al fondo y una ilustración de una bruja malvada por fuera. Yo no sé hasta qué punto lo que voy a contar fue cierto, porque hace tantos años de esto que quizás mi cerebro cambió el recuerdo sin ser yo consciente.

Pues bien, creo recordar que yo tenía una serie de pesadillas recurrentes con una bruja muy similar a la del helado, que vivía en un castillo de piedra y removía un gran caldero. Yo me escondía debajo de una mesa por miedo, hasta que una noche decidí "hacerme amigo de la bruja". Era parte de una política que había ideado por aquel entonces según la cual, si conocía a alguien malo como un terrorista o un ladrón, intentaría convencerle de que las cosas malas que hacía no tenían sentido y me haría su amigo; por lo menos, para ganar tiempo mientras no llegase la policía.

Pues bien, en el momento en que traté de hacerme amigo de la bruja, ella me dijo algo que no recuerdo y se fue volando en su escoba por una ventana. Creo que me había dicho que volvería para enseñarme. No volví a saber de ella.

Madre mía lo que llevo escrito ya y aún voy por la bruja.

Siguiendo el boom de Harry Potter, aparecieron muchos libros similares. Recuerdo con especial cariño y devoción unos que se llamaban El libro del aprendiz de brujo. Cuando vi ese libro en la librería sentí amor, fue un flechazo a primera vista. Ése y el siguiente libro de la colección, El libro de juegos del aprendiz de brujo fueron para mi la forma más emocionante de darme cuenta de que las cosas de las que se hablaba en los libros de Harry Potter no eran una fantasía de la autora: realmente se podían leer los posos de té, existían las runas y la aritmancia! Además venía con una guía muy completa para celebrar lo que hoy llamaría un sabbat. Venían juegos, leyendas y actividades para hacer durante solsticio de verano, en el de invierno, en primavera (explicaba qué era un palo de mayo!), en Hallowen, etc. Cabe recordar que por aquel entonces tenía 10 años y, aunque no celebré ninguna de esas fiestas a lo grande, éstas quedaron flotando en mi mente y señaladas como momentos clave del calendario.

Desde luego, hoy veo esos libros con otros ojos, unos ojos de un semi-adulto wiccano que no le restan valor sino todo lo contrario. Veo la de cosas ocultas de forma inocente que había en esos libros y en sus maravillosas ilustraciones y me quedo fascinado.

Una de las fiestas que intenté celebrar durante varios años fue Halloween, pero me encontré con la negativa de mis padres. Recuerdo una tarde de otoño junto a una chimenea, haciendo bolas con papel de periódico para que prendiera el fuego. De pronto me encontré en una página, en una esquina, una brevísima mención de Halloween, un par de líneas, quizás algún colegio que lo había celebrado. Recorté esa esquina y la guardé. Cuando la hoguera estuvo prendida, lancé el recorte al fuego deseando que al arder, el humo ascendiera y atrajera a Galicia esa fiesta que tanto me apetecía celebrar. Posiblemente, sin planteármelo, haya sido mi primer hechizo. Parece que funcionó!

Y hasta aquí la Parte 1 porque veo que esto va para largo...