18 jun 2016

Inicios Brujeriles. Parte 1

Hay un tema que suele ser recurrente en esto de los blogs, que es contar cómo llegó uno a donde está actualmente. Yo tardé bastante en conocer la wicca, en concreto lo hice a los 18 años. Pero no voy a hablar de ello, sino de mis primeros escarceos brujeriles de pequeño.

Haciendo honor a la verdad, es posible que Harry Potter tuviera gran culpa de que yo esté en estos mundos actualmente. Pero antes de leer esos libros, yo ya tenía una cierta fascinación especial por la magia/ilusionismo. También hay una anécdota curiosa que recuerdo acerca de unos sueños que tuve siendo yo muy pequeño.

Quizás alguien recuerda el helado Mikobruja, era mi favorito. Tenía una bola de chicle al fondo y una ilustración de una bruja malvada por fuera. Yo no sé hasta qué punto lo que voy a contar fue cierto, porque hace tantos años de esto que quizás mi cerebro cambió el recuerdo sin ser yo consciente.

Pues bien, creo recordar que yo tenía una serie de pesadillas recurrentes con una bruja muy similar a la del helado, que vivía en un castillo de piedra y removía un gran caldero. Yo me escondía debajo de una mesa por miedo, hasta que una noche decidí "hacerme amigo de la bruja". Era parte de una política que había ideado por aquel entonces según la cual, si conocía a alguien malo como un terrorista o un ladrón, intentaría convencerle de que las cosas malas que hacía no tenían sentido y me haría su amigo; por lo menos, para ganar tiempo mientras no llegase la policía.

Pues bien, en el momento en que traté de hacerme amigo de la bruja, ella me dijo algo que no recuerdo y se fue volando en su escoba por una ventana. Creo que me había dicho que volvería para enseñarme. No volví a saber de ella.

Madre mía lo que llevo escrito ya y aún voy por la bruja.

Siguiendo el boom de Harry Potter, aparecieron muchos libros similares. Recuerdo con especial cariño y devoción unos que se llamaban El libro del aprendiz de brujo. Cuando vi ese libro en la librería sentí amor, fue un flechazo a primera vista. Ése y el siguiente libro de la colección, El libro de juegos del aprendiz de brujo fueron para mi la forma más emocionante de darme cuenta de que las cosas de las que se hablaba en los libros de Harry Potter no eran una fantasía de la autora: realmente se podían leer los posos de té, existían las runas y la aritmancia! Además venía con una guía muy completa para celebrar lo que hoy llamaría un sabbat. Venían juegos, leyendas y actividades para hacer durante solsticio de verano, en el de invierno, en primavera (explicaba qué era un palo de mayo!), en Hallowen, etc. Cabe recordar que por aquel entonces tenía 10 años y, aunque no celebré ninguna de esas fiestas a lo grande, éstas quedaron flotando en mi mente y señaladas como momentos clave del calendario.

Desde luego, hoy veo esos libros con otros ojos, unos ojos de un semi-adulto wiccano que no le restan valor sino todo lo contrario. Veo la de cosas ocultas de forma inocente que había en esos libros y en sus maravillosas ilustraciones y me quedo fascinado.

Una de las fiestas que intenté celebrar durante varios años fue Halloween, pero me encontré con la negativa de mis padres. Recuerdo una tarde de otoño junto a una chimenea, haciendo bolas con papel de periódico para que prendiera el fuego. De pronto me encontré en una página, en una esquina, una brevísima mención de Halloween, un par de líneas, quizás algún colegio que lo había celebrado. Recorté esa esquina y la guardé. Cuando la hoguera estuvo prendida, lancé el recorte al fuego deseando que al arder, el humo ascendiera y atrajera a Galicia esa fiesta que tanto me apetecía celebrar. Posiblemente, sin planteármelo, haya sido mi primer hechizo. Parece que funcionó!

Y hasta aquí la Parte 1 porque veo que esto va para largo...

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