20 jun 2016

Inicios brujeriles. Parte 3

Esta parte es quizás la más importante para mi, la menos personal y la más práctica. Nos habíamos quedado en El Gran Libro de las Ciencias Ocultas. Expliqué un poco por encima algunos contenidos, voy a comentar su estructura. Tenía una primera parte introductoria que me salté olímpicamente y una segunda parte donde hablaba un poco de todo y mezclaba muchas cosas. Está bien como un primer acercamiento pero como se suele decir: quien mucho abarca poco aprieta. Y abarcaba mucho! Había un capítulo de magia, uno de brujería (malvada), uno de Cábala, otro de Alquimia, uno de Adivinación, bastante completo, uno de Espiritismo, otro de Hipnosis y alguna cosa más.

Dentro del capítulo de Magia, en el apartado de Magia Natural o Baja Magia, años después yo escribí "UIKA" porque en algún momento lo oí por televisión y me pareció muy interesante... guiño, guiño, codo, codo.

El caso es que un día dije yo: vale, esto es muy bonito todo, pero voy a ir en serio. 13 años tenía. Decidí leerme el libro entero, empezando por la introducción. Tachán! Allí estaba el mayor tesoro del libro: la introducción, la pedazo introducción. Todo el libro podría ser la introducción y no habría pasado nada. Quizás tendría menos éxito comercialmente.

La autora, Laura Tuan, escribía muchas cosas. Yo he escrito estas 3 partes de mis inicios brujeriles sólo con el propósito de hablar de esta introducción (la cosa se me fue de las manos, lo admito). Como dije en la parte 2, esa introducción ha marcado cómo soy hoy.

Lo que hoy llamaría brujo o wiccano, la autora lo llamaba ocultista. Lo que llamaríamos la Pirámide de los Brujos, ella lo llamaba "los cuatro Pilares del ocultismo" (saber, osar, querer y callar). Tenía una libreta donde había ido anotando todas estas cosas (mi primer Libro de Sombras!). Además, explicaba la ley del boomerang (hoy le llamaría Ley del Tres) había tablas de correspondencias planetarias y las Tablas Esmeralda, que por aquella edad no entendía ni la mitad de lo que decían! Hoy las vuelvo a leer y aunque el texto sea el mismo, lleva encima todo lo que he ido aprendiendo a mayores durante estos años. Seguro que dentro de otros 10 años, el significado que extraigo también ha cambiado.

Además, había distintas pautas de conducta, teñidas de un optimismo me me alegraba el día cada vez que los leía. Hablaba de los ciclos, de la Era de Acuario. Hablaba del poder y la responsabilidad, de la ley de causa-efecto. Invitaba a retirarse de los excesos, a aprender a hacer sacrificios personales, a distinguir el capricho del verdadero deseo. Hablaba de que el tabaco, drogas y el alcohol "obstruían las vías ocultas", lo cual hizo que tardara muuuucho en tomarme una cerveza. Como forma de reforzar la voluntad, sugería hacer cosas que no nos gusten o nos cueste hacer (como donar sangre si le tienes miedo a las agujas).

Pero lo que más importante fue para mi eran los llamados ejercicios previos, base de toda práctica mágica y de todo sistema espiritual. Creo que todo el mundo debería conocerlos y practicarlos.

El primero era respirar. Ofrecía distintos ejercicios de respiración, hablaba de pranayama pero sobre todo hacía hincapié en la importancia de ser conscientes de nuestra respiración, de respirar de forma adecuada y relajada. Escucho mucho en el ámbito pagano que respirar es el primer acto de magia. No podría estar más de acuerdo.

El segundo, en caso de que tuvieran algún orden, era la relajación. La importancia de "despejar y liberar", como lo llamaría hoy, todas las tensiones para dejar fluir las energías, para limpiarnos o simplemente para disfrutar de un agradable momento de conexión con nosotros mismos.

El tercero, era la concentración. Acostumbrarnos a centrar y fijar nuestra atención en un punto o un objeto y no desviarla. Centrar nuestros pensamientos en todo lo que implica ese objeto (un lápiz, una piedra...). Aumentar el tiempo de forma progresiva.

El cuarto, la meditación. Hablaba de acallar los pensamientos. En caso de que alguno surgiera, dejarlo desvanecerse como una nube.

Y el quinto, la visualización, practicando primero con figuras y formas en blanco y negro, luego en colores y luego objetos más complejos, letras, etc.

Para mi, estos cinco sencillos ejercicios son mi base, mis cimientos. En tiempos de estrés, suelo recurrir a ellos antes que a cualquier otra cosa. Pero además, a lo largo de todos ellos, hablaba de algo muy muy importante: ser conscientes. Es algo que cada vez parece más complicado en la sociedad hiper informatizada en la que vivimos. Muchas veces (ya hablé de esto) me he encontrado mi móvil llenando un maravilloso momento vacío. O la música incansable tapando un estupendo silencio. O esa prisa que a veces llevamos sin saber por qué. 

Pues de eso nada. El libro invitaba a disfrutar, disfrutar de la espera en la parada del bus, de un atasco, para ser consciente de tu respiración, para sentir la brisa o el sol en tu cara. Disfrutar de un largo trayecto para concentrarte en un libro complejo, en un cartel publicitario, o en un asiento que tienes delante. Centrar tu atención cuando comes, masticar despacio, saborear la comida. Respirar. Centrar tu atención cuando cocinas, cuando friegas. Atreverte, enfrentarte a tus miedos. Permitirte relajarte antes de ir a dormir. Visualizar una esfera de luz a nuestro alrededor para protegernos. Vivir acorde a los ciclos naturales. Llenar nuestro lugar de trabajo o descanso de esperanzas, energías positivas.

Decía también que el ocultista, el mago, el brujo, no se caracterizará por exóticos turbantes, por ropas orientales, por largas cadenas con amuletos. Es un modo de vida, que no consiste en buscar el bien absoluto sino la armonía. Y es que muchas veces nos quejarnos de que no tenemos tiempo para practicar magia o para atender a nuestros ejercicios espirituales. Yo el primero. Pero no es cierto, tenemos 24 horas cada día. Es una enseñanza que, pasados 10 años, merece la pena seguir recordando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario