4 mar 2016

Pesadillas eclesiásticas: experiencia con los sueños.

Hace un año, en Imbolc, me encontraba de vacaciones en Berlín y sin posibilidad de realizar un ritual formal para celebrar el sabat. Se me ocurrió que, como una pequeña celebración de ese día sagrado, podía acercarme a una iglesia a encender una vela. Finalmente no pude, porque cuando lo iba a hacer, estaban cerrando la  iglesia en cuestión. Sin embargo, la idea caló en mi mente de alguna manera.

Más o menos por aquella época, coincidió que teníamos que empezar a pensar un tema para un trabajo de investigación. Uno de los temas que tenía como posibilidad era estudiar iglesias contemporáneas. De alguna forma, siempre sentí una atracción por las catedrales y las preciosas iglesias rurales gallegas y me parecía una posibilidad interesante. Además, creo que es una forma muy interesante de estudiar la relación entre la espiritualidad y la arquitectura.

Y aquí es donde entran los sueños. He desarrollado un trabajo con los sueños de forma intermitente. Cuando me centro en apuntarlos por la mañana, soy capaz de recordar gran número de sueños a lo largo de la noche. Pero actualmente es una práctica que tengo abandonada porque recordar los sueños hacía que durmiera mucho menos. Sin embargo, los sueños a los que me voy a referir ocurrieron en un período de no-trabajo con los sueños y aún así era capaz de recordarlos con gran viveza incluso sin apuntarlos. Esa es una de las señales de que eran algo importante. La otra señal es que tuve varios sueños muy similares.

¿Y en qué consistían esos sueños misteriosos? Pues era yo dentro de una iglesia. Recuerdo tres distintas, puede que hubiera soñado con una cuarta que no recuerdo como era. Yo me sentía cómodo dentro de ellas, incluso fascinado. Una de ellas era particularmente curiosa, construida en mampostería con la forma de un barco vikingo (posteriormente me sorprendió descubrir que existen casas en Portugal de posible influencia vikinga y con la forma exacta que yo soñé).

El argumento variaba de unos sueños a otros, en algunos me sentaba a meditar, en otros encendía algo de incienso y algunas velas. En todos aparecía un cura. Una de las veces me decía que tenía que hacer la confirmación para estar ahí. Me preguntaban: "¿Crees en un solo Dios?" Y yo pensaba, bueno, sí, creo en una divinidad única que puede tener muchas facetas, así que respondía "sí creo".  Me volvía a preguntar ¿reniegas a Satanás en todas sus formas? Y yo pensaba, yo en ese señor no creo, así que "sí reniego". Y por último, como si leyera mis pensamientos preguntaba "¿Renuncias a todo dios pagano?" Error, error!!! Noooo!! Y me despertaba sobresaltado, tal era la angustia que me hacía vivir. En otra ocasión, un cura se acercaba para echarme de ese lugar sagrado simplemente porque sabía que yo no comulgaba con lo que allí se celebraba.

La tercera, o tal vez cuarta vez que me sucedió, fue cuando decidí que eso tenía que apuntarlo e investigarlo, y fue cuando me di cuenta de la relación con todo lo anterior y la explicación: en primer lugar, las iglesias no son mi templo. Allí se adoran a unos dioses que respeto pero que tienen poco que ver con los míos. Y desde el punto de vista académico, aunque me puedan interesar, creo que es necesario tener una cierta conexión con lo que en ellas se celebra para poder estudiarlas. No es mi caso. Al darme cuenta de a qué venían los sueños y de lo que me estaban advirtiendo, dejé de tenerlos. No sé lo que habría pasado si me hubiera puesto a investigar sobre iglesias, pero actualmente no me imagino haciéndolo, siento una cierta repulsión. Encontré otro tema sobre el que investigar con el que estoy realmente contento, que son los cementerios. No sólo es un campo de estudio sobre el que la arquitectura se ha olvidado mucho sino que también me permite conectar con el mundo espiritual, de los símbolos y metáforas sobre la vida y la muerte sin por ello tener una connotación religiosa clara.

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