22 sept 2015

Acerca de Blancanieves. Parte I, revisando la historia.

Siempre me han gustado los cuentos, los que nos contaban de pequeños y, sobre todo, sus versiones originales. Creo que son los mitos contemporáneos, los arquetipos, la estructura y semilla de todas las historias posibles. Hay películas que se resumirían en un pequeño cuento de los hermanos Grimm: normalmente, un prota es fastidiado por un malo, el prota trasciende sus miedos, vence al malo y obtiene una recompensa, que suele ser oro en el cuento y una chica en Hollywood. Y oro también.

Mi cuento favorito posiblemente sea Blancanieves. Me intriga enormemente la relación amor-odio entre la Madrastra y Blancanieves. E incluyo el Amor porque me gusta ver más allá de los personajes planos que normalmente se le ofrecen a los niños o en lo mejorcito del cine comercial americano. Aunque quizás podamos asumir que la madrastra no llegue a amar a Blancanieves, es más difícil de pensar que una chiquilla no quiera a su madre.

Mi otro motivo de intriga por este cuento es que la Madrastra no es sino una Bruja. Pero a diferencia de otros cuentos, no debemos olvidar que en este caso la bruja es bella. Es, de hecho, la más bella del reino hasta que Blancanieves florece y la supera. Más allá de las edades proporcionadas en el cuento, podríamos hablar de la llegada a una adolescencia que crea en Blanca nuevas necesidades de libertad y disfrute de la vida. Aun así la salida del nido es traumática y dolorosa. Sólo con sus siete nuevos amigos/compañeros de piso vuelve a ser feliz.

La madre, envidiosa tanto de la belleza como de la libertad de Blanca no es capaz de superar que ésta pueda ser feliz y completa fuera del núcleo familiar por lo que, ni corta ni perezosa, mata sus libertades, convirtiéndola de nuevo en un ser dependiente y sin voz, encerrándola entre cuatro paredes de un ataúd que no es sino su casa (si Freud puede pensar que soñar con globos es desear las tetas de tu prima, yo puedo imaginar que el ataúd de Blancanieves es su casa familiar).

Es más, Blancanieves no podría ser libre, o no podría ser liberada de su casa/ataúd hasta que no venga un hombre y la tome por esposa, esposándola (valga la redundancia) y metiéndola en una nueva casa ataúd para mantenerla ocupada atendiendo a una nueva familia. Triunfaría así la madrastra al cumplir su objetivo de que Blanca no fuera libre y feliz por sí misma, y pasando a convertirse en la bruja de la suegra del príncipe azul.

Sin duda, la magia de Blancanieves reside en que de un único cuento tan pequeño hayan podido salir tantas películas (tengo 7 en mente) e interpretaciones diferentes de la historia, todas con una visión particular y todas manteniendo a su vez cada uno de los elementos arquetípicos del cuento.

Off the record: en este enlace RTVE ofrece de forma gratuita la Blancanieves de 2012, con Maribel Verdú como madrastra: http://www.rtve.es/alacarta/videos/version-espanola/blancanieves-pelicula/2774414/

En la Parte II me centraré en la imagen de la Bruja de Blancanieves.

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